En el año 1968, Peter y Robert Gulley estaban realizando el viaje, que por aquella época era clásico para casi todos los Australianos, venir desde las antípodas a conocer el viejo continente, las viejas raíces (ya que casi todos los Australianos proceden de Europa).
Este viaje era típico hacerlo, al acabar los estudios y antes de ponerse “las pilas” , para enfrentarse a la seriedad de la vida. Después de recorrer parte de Europa llegaron a Tapia, al ver la playa tan hermosa y con unas olas tan perfectas, decidieron quedarse un par de días, pues recorrían Europa con su furgoneta y sus tablas de Surf.
Tras esos inolvidables días, seguir su camino, pero cuando llegaron a Luarca, empezaron a sentir la llamada de Tapia de
nuevo, y ante la duda de continuar conociendo el viejo Continente o regresar a ese mágico lugar, pensaron que lo mejor era echarlo a suertes, lanzaron una moneda al aire y…… volvieron a Tapia.
Los lugareños estaban, a todas esas , alucinando con lo nuevo que habían visto, ¡Gente en el agua , que podía deslizarse sobre las olas gracias a una extraña tabla!. Cuando Peter y Robert se establecieron en Tapia durante todo el verano del 68, fuertes lazos de amistad surgieron entre ellos y las gentes del lugar, y así con amistad y como un juego, comenzó a practicarse el Surf en Tapia de Casariego.
Al año siguiente decidieron volver y con ellos mas amigos Australianos , y asi un año tras otro , los lazos se iban estrechando entre Australia y este bellísimo rincón Asturiano .Gracias a ello existen varias familias formadas , entre chicos Australianos y Asturianas ,la sangre llego a unirse .
En el año 1991 Peter ,decidió “marcharse “ a la otra dimensión ( que a todos nos espera ) , ,pero de donde no se quería marchar era de su “ amada Playa “ , donde había vivido momentos maravillosos, y dejo por escrito que sus cenizas fueran arrojadas a la Playa de Tapia de donde no quería marcharse nunca .A partir de ese momento Peter surfea en cada OLA de TAPIA acompañando a todos sus compañeros de sentimientos hacia el SURF y LA BELLÍSIMA TAPIA.
Texto: Adela Bas